Cuando tú tratas a alguien como un campeón, estás abogando, impulsando, proponiendo, promoviendo y tratando con alguien a niveles de excelencia, independientemente de los resultados que obtenga. Cuando tu animas a alguien, le estas echando porras, intentando seducirlo y alabar sus logros con el fin de obtener ciertos resultados.
Es reconocer el enorme valor de la persona en lugar de sólo reconocer el valor de sus logros. Existe una enorme diferencia.